532. 7. El verdadero arrepentimiento es examinar no sólo los actos de su vida, sino también la intención de su voluntad.
EL verdadero arrepentimiento del hombre es examinar no sólo los actos de su vida, sino también las intenciones de su voluntad, porque los actos de la vida son realizados por el entendimiento y la voluntad, siendo así que el hombre habla por el pensamiento y obra por la voluntad, por lo cual el habla es el pensamiento en forma de palabras, y el obrar es la voluntad en forma de acto, y puesto que las palabras y los actos vienen del entendimiento y de la voluntad es evidente que éstos son los que pecan, cuando peca el cuerpo; además el hombre puede arrepentirse de los males que ha cometido con su cuerpo y sin embargo permanecer en el deseo de la voluntad y en el pensamiento, de todavía cometerlos, y esto es como cortar el árbol malo por las ramas, dejando el tronco y la raíz en la tierra, en cuyo caso el mismo árbol malo vuelve a crecer y extender sus ramas alrededor; más cuando es derraigado es diferente, y esto se verifica en el hombre arrepentido que se examina, si al mismo tiempo examina las intenciones de su voluntad, apartando sus malas inclinaciones por medio del arrepentimiento actual y efectivo. Las intenciones de la voluntad se examinan con examinar los pensamientos; porque en los pensamientos se manifiestan; por lo cual examinar las intenciones es procurar saber hasta qué punto quiere e intenta venganza, adulterio, robo, falso testimonio, etc.; cuando piensa de ellos; procurar saber hasta qué punto se inclina hacia ellos y asimismo hasta qué punto desea, intenta o siente inclinación de blasfemar contra Dios, contra la Santa Escritura y contra la Iglesia, y de igual manera con respecto a todo pecado. Además, al dirigir su atención hacia estas cosas, debe procurar saber si las cometería, si no le detuviese el temor del castigo de las leyes y de la pérdida de la reputación. El hombre que después de verificada tal examinación resuelve no querer cometer tales cosas, por ser pecados contra Dios, éste se arrepiente de veras é interiormente y máxime si se halla en el goce de ellas y al mismo tiempo en libertad de abandonarse impunemente a su práctica y sin embargo las resiste y se abstiene de ellas. El que practica este arrepentimiento repetidamente, acaba por percibir el goce del mal como sinsabor cada, vez que vuelva, y finalmente lo condena al infierno. Esto es lo que significan las palabras del Señor en Mateo:
« El que desea hallar su vida la perderá y el que perdiere su vida por causa de mi la hallará » (Mateo 10:39).
El hombre que por medio del arrepentimiento, aparta de su voluntad los males, es como quien sucesivamente quita la cizaña introducida en su cuerpo por el Demonio, haciendo que la simiente sembrada por el Señor Dios el Salvador encuentre buena tierra, crece y se desarrolla, rindiendo rica mies (Mateo 13:25-30).