Reflexionando sobre estas cosas...

Por Lori S. Odhner (Traducido por computadora al Español)
     
This painting by Richard Cook  of the newborn baby Jesus, with Mary and Joseph, evokes the spiritual power of this long-awaited advent.

"Pero María guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón". (Lucas 2:19)

¿Qué se siente al reflexionar? María había dado a luz a la Luz del Mundo. ¿Tenía ella alguna idea de lo que eso implicaba?

Ella quería hacerlo. María era lo suficientemente inocente como para recorrer un camino que no tenía ningún rastro que seguir.

Las mujeres tienen una inclinación por las palabras. Quieren pronunciarlas, anhelan escucharlas. Pero a veces incluso las palabras son contenedores indignos de lo que debe ser conocido.

La paradoja es que aquí estoy, esperando que las palabras te transmitan una experiencia de reflexión. No se puede hacer. Pero si esa misma experiencia brilla también sin palabras dentro de ti, entonces los cables se conectan y todos nos iluminamos.

La reflexión se produce cuando dejamos de lado nuestras suposiciones. Nos volvemos vulnerables, porque el terreno es nuevo.

Una vez reflexioné sobre cómo salvar la caverna entre lo que me habían dado y lo que esperaba. Hablé menos, porque las palabras no eran mis peldaños. A veces me quedaba con la mirada perdida, con la barbilla en la palma de la mano. Supongo que mi familia lo susurraba. Pero las cavilaciones usurpan la energía, y me cierran la boca como la digestión del almuerzo me cierra las fuerzas para nadar, reprendiéndome con un calambre en el costado.

No hay notas de síntesis para las reflexiones. Hay que dejar que se asiente un tiempo, como el pan que sube.

Al otro lado de la reflexión hay un lugar de descanso. No hay celebraciones, ni cintas que recorrer. Sabes que estás ahí porque las tablas del suelo vuelven a estar bajo tus pies, no como cuando te sentabas en el sofá de tu abuela y tus piernas colgaban en el aire.

A María le pareció que el nuevo terreno era maravilloso, pero que no le protegía también del dolor.

"Y José y su madre se maravillaron de las cosas que se decían de él. Entonces Simeón los bendijo, y dijo a María, su madre: 'He aquí que este Niño está destinado a la caída y al levantamiento de muchos en Israel, y a ser una señal que se dirá (sí, una espada atravesará también tu propia alma), para que se revelen los pensamientos de muchos corazones'". (Lucas 2:35)

Tras la reflexión, los corazones se revelan. Esa apertura es una invitación a ver con claridad lo que había estado en la oscuridad. La vida también nos abre, y duele. Pero la agonía de abrirse es de corta duración, no como la parálisis de permanecer cerrado.

Lori Odhner

El cuidado del matrimonio

http://caringformarriage.org/