De obras de Swedenborg

 

Sabiduría Angélica Sobre El Divino Amor y La Divina Sabiduría #386

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386. (vi.) La mente del hombre es su espíritu, y el espíritu es el hombre; y el cuerpo es lo externo por medio de la cual la mente o espíritu siente y actúa en el mundo. Que la mente del hombre es su espíritu, y el espíritu es el hombre, difícilmente lo creen aquellos que suponen que el espíritu es viento y el alma algo etérea como el aliento o respiración; porque dicen: ¿Cómo puede ser hombre el espíritu, que es viento? O ¿cómo puede el alma, que es aire, ser hombre? Lo mismo dicen de Dios, porque Él es llamado Espíritu. Han adquirido este concepto del espíritu, por el hecho de que “espíritu” y “viento” son la misma palabra en algunos idiomas; y también por el hecho de que se dice que el hombre al morir, expira, y que la vida es restaurada en las personas sofocadas o en las que se desmaya, haciéndoles introducir aire en los pulmones, y como en estos casos la operación se reduce a servirse del aire o viento, concluyen, por haberlo visto, que el espíritu o alma del hombre, después de la muerte, ya no es hombre. Por haberse estimado así, corporalmente, el espíritu o alma, han surgido varias hipótesis, y una de ellas es la creencia; y una de ellas es que el hombre no se convierte en tal hombre sino hasta el Día del Juicio”, y entre tanto permanece en alguna parte aguardando reunirse según se ha establecido en una obra intitulada “Continuación sobre el Juicio Final.” ns. 32–38. Porque la mente del hombre es su espíritu, los ángeles, que también son espíritus, son llamados mentes.

  
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Traducido por el Dr. Calleja al español de la traducción al inglés por el Rev. John Whitehead. Transcrito y revisado por David Simpson, y también revisado por Daniel Calvo, y por los reverendos Andrew Heilman y Johnny Villanueva.

De obras de Swedenborg

 

Sabiduría Angélica Sobre El Divino Amor y La Divina Sabiduría #268

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268. (iii.) El mal y la falsedad confirmados en el hombre se hacen permanentes, y se convierten en su amor, y así en su vida.

La confirmación de los males y de las falsedades es simplemente la remoción del bien y de la verdad, que es un continuo aumento de su rechazamiento; porque el mal remueve y rechaza el bien, como la falsedad lo hace con la verdad. Por lo tanto, una confirmación del mal y la falsedad cierra el cielo, porque todo bien y toda verdad fluye en el hombre por el Señor en el cielo; y cuando el cielo fue cerrado, el hombre está en el infierno, en una sociedad en que dominan el mal y la falsedad como suyos propios, y de los cuales finalmente no puede liberarse. Se me ha permitido conversar con algunos que por años habían estado confirmados en las falsas doctrinas de su religión, y vi que permanecían adheridas a ellas, como cuando estaban en el mundo. Esto es porque todo lo que un hombre confirma por sí mismo se hace inherente en su voluntad y en su entendimiento, y esto constituye la vida del hombre. Y todo lo que es inherente a la vida del hombre, es inherente no sólo a su mente, sino también a todo su cuerpo. Por lo mismo, es evidente que el hombre que se ha confirmado en el mal y la falsedad se torna falso y malo de la cabeza a los pies; y siendo así todo él, su estado no puede invertirse por ningún proceso o cambiar a un estado opuesto, sino que irá a parar al infierno. Por esta y las anteriores exposiciones en esta proposición, puede verse cuál es el origen del mal.

  
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Traducido por el Dr. Calleja al español de la traducción al inglés por el Rev. John Whitehead. Transcrito y revisado por David Simpson, y también revisado por Daniel Calvo, y por los reverendos Andrew Heilman y Johnny Villanueva.