Paso 111: What happens when married partners meet after death?

     

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Question to Consider:

How well can we know the internal state of our marriage partner while we're still in this world? How important is it to know his or her state? How would it change what the Lord wants you to do as a spouse?


Delicias de la Sabiduría sobre el Amor Conyugal #48

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Por Emanuel Swedenborg

48. II. Que similarmente permanezca el amor conyugal, cual éste había sido más interiormente, esto es, en su voluntad y pensamiento interiores.

Porque el amor del sexo es una cosa, y el amor conyugal otra, por ello los dos son nombrados [aquí], y se dice que también éste permanece en el hombre después de la muerte cual aquél había sido en su hombre interno mientras él vivió en el mundo. Pero porque pocos saben la diferencia entre el amor del sexo y el amor conyugal, por ello, en el comienzo de este tratado, algo sobre ello voy a decir.

El amor del sexo es el amor hacia muchas y con muchas desde el sexo; pero el amor conyugal es sólo el amor hacia una sola y con una sola desde el sexo. Y el amor hacia muchas y con muchas, es un amor natural, pues es común con las bestias y con las aves, y éstas son naturales. Pero el amor conyugal es un amor espiritual, y particular y propio de los hombres; porque los hombres fueron creados, y por ello nacen, para que se vuelvan espirituales. Por ende, tanto cuanto un hombre se vuelve espiritual, él se desviste del amor del sexo, y se reviste del amor conyugal.

En el principio del casamiento, el amor del sexo aparece como conjunto con el amor conyugal; pero en el progreso del casamiento, ellos son separados, y entonces, en aquellos quienes son espirituales, es destruido el amor del sexo, y es insinuado el amor conyugal; mientras que en aquellos quienes son naturales, ocurre lo contrario. Desde las cosas dichas ahora, es evidente que el amor del sexo, porque es para con muchas, y en sí mismo natural (más bien, animal), es impuro e incasto; y porque es promiscuo y sin límites, es escortatorio; pero el amor conyugal es absolutamente diferente. Que el amor conyugal es espiritual, y propiamente humano, se constatará manifiestamente desde las cosas que siguen.

47i. [reiterado]

III. Que después de la muerte, dos cónyuges, en su mayor parte, se encuentran, se reconocen, de nuevo tienen consorcio, y durante algún tiempo viven juntos; lo cual ocurre en el primer estado, así mientras ellos están en las cosas externas como en el mundo.

Hay dos estados a los cuales se somete el hombre después de la muerte: el externo y el interno. Él viene primero a lo externo suyo, y posteriormente a lo interno. Y mientras está en lo externo, el cónyuge al cónyuge (si uno y otro han muerto) encuentra, reconoce, y si ellos han vivido unidos en el mundo, tienen de nuevo consorcio, y conviven simultáneamente durante algún tiempo. Y cuando ellos están en este estado, ninguno de ellos sabe la inclinación del otro hacía él, porque ésta recóndita en sus cosas internas. Pero posteriormente, cuando ellos vienen a su [propio] estado interno, la inclinación se manifiesta; la cual, si es concordante y simpática, ellos continúan su vida conyugal, pero si es discorde y antipática, ellos la disuelven.

Si un hombre ha tenido muchas esposas, él se conjuga a sí mismo por turno con ellas, mientras está en el estado externo; pero cuando él entra en el estado interno, en el cual él percibe cuáles son cualitativamente las inclinaciones de su amor, él o adopta a una sola, o las abandona a todas. Pues en el mundo espiritual, igualmente que, en el mundo natural, a ningún cristiano le es lícito tomar muchas esposas, porque esto infesta y profana a la religión. Lo similar ocurre con la mujer, la cual ha tenido muchos maridos, Pero, sin embargo, éstas no se adjuntan a sus maridos; tan solo se presentan, y sus maridos se juntan a ellas.

Sépase, que los maridos raramente conocen a sus esposas, pero que las esposas mucho más a sus maridos. La causa es, porque las mujeres tienen una percepción interior del amor, y los varones tan solo una [percepción] exterior.

48i. [reiterado]

IV. Pero que sucesivamente, según ellos se desvisten de sus cosas externas, y entran en sus cosas internas, ellos perciben cuál es la cualidad del amor e inclinación mutua que ellos tenían entre sí, y de ahí si acaso ellos pueden vivir unidos, o no.

No hay necesidad de explicar estas cosas más ulteriormente, porque se siguen desde aquellas que han sido explicadas en el artículo precedente. Aquí sólo se ilustrará, cómo el hombre después de la muerte se desviste de sus cosas externas y se reviste de sus cosas internas.

Después de la muerte, cada uno es primero introducido en el mundo, el cual es llamado “el mundo de los espíritus”, y está en el medio entre el cielo y el infierno; y allí es preparado: el bueno para el cielo y el malo para el infierno.

[2] Esta preparación tiene en pro de fin, que lo interno y lo externo concuerden y hagan uno [solo], y no que sean discordes y hagan dos. En el mundo natural ellos hacen dos, y sólo en aquellos, quienes son sinceros de corazón, hacen uno [solo]. Que ellos hacen dos, se constata desde los dolosos y astutos, primariamente desde los hipócritas, aduladores, simuladores, y mentirosos. Sin embargo, en el mundo espiritual al hombre no le es lícito tener una mente dividida, sino que quien había sido malo en las cosas internas, también será malo en las cosas externas; similarmente el bien en los internos, él será bueno en los externos.

[3] Pues después de la muerte todo hombre se vuelve cual él había sido más interiormente, y no cual él había sido más exteriormente. Por causa de este fin, él es admitido entonces, por turnos, en lo suyo externo y en lo suyo interno. Y mientras está en lo suyo externo, cualquier hombre es sensato, esto es, desea ser visto como sensato, incluso el malo. Pero éste en lo suyo interno, está insano.

Éste puede, mediante estas vicisitudes, ver sus propias locuras y arrepentirse de ellas. Pero si él no se hubiera arrepentido en el mundo, él no puede hacerlo posteriormente, pues él ama sus propias locuras, y desea permanecer en ellas. Por lo cual empuja a lo suyo externo para que sea similarmente insano. Así lo suyo interno y lo suyo externo se vuelven uno [solo]; y cuando esto es hecho, él está preparado para el infierno.

[4] Viceversa, sin embargo, con el bueno. Porque en el mundo éste había contemplado a Dios, y se había arrepentido, él es más sensato en lo suyo interno que en lo suyo externo. En lo suyo externo, algunas veces fue arrastrado a la locura por los atractivos y vanidades del mundo, él algunas veces también ha delirado. Por ende, lo externo de éste debe ser reducido a la concordancia con lo interno de éste (que, como se ha dicho, es sensato); hecho lo cual, él está preparado para el cielo.

Desde estas cosas se ilustra, cómo después de la muerte ocurre el desvestirse de lo externo y el revestirse de lo interno.