Sabiduría Angélica Sobre El Divino Amor y La Divina Sabiduría #269

By Emanuel Swedenborg

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269. (iv.) Todo lo que se convierte en cosas del amor y la vida, es heredado por los hijos.

Sabido es que el hombre nace en el mal, que heredó de sus padres; algunos creen que los padres lo heredaron de Adán, pero esto es un error; el hombre deriva el mal de su padre, quien le da un alma, que la madre envuelve con su cuerpo. Porque la semilla que sale del padre, es el primer receptáculo de vida, pero un receptáculo de la misma naturaleza del padre; porque está en la forma de su amor, y el amor de cada uno está en todas las cosas grandes y pequeñas como el mismo y dentro de él hay un esfuerzo para la forma humana que gradualmente asume. Se sigue que los males que son llamados hereditarios son transmitidos por los padres a los hijos a través de generaciones sucesivas. La observación enseña lo mismo; porque en todas las razas se asemejan los primeros progenitores en sus afectos; la semejanza entre las familias el más notable y en particular los miembros de una familia entre sí. Tan manifiesta es esta semejanza, que las diferentes razas pueden reconocerse por su disposición y aun por sus rasgos fisonómicos y maneras. Pero de la transmisión del amor del mal de los padres a los hijos más adelante, cuando se trate de la correspondencia de la mente o la voluntad y del entendimiento con el cuerpo y sus miembros y órganos. Esta breve exposición se hace aquí meramente para demostrar que el mal es hereditario, y que este se aumenta por lo que se agrega de una generación a otra, hasta que el hombre por su nacimiento llegue a ser enteramente perverso. Además, la malignidad del mal aumenta cuando la mente espiritual se cierra, porque de este modo o por este medio la mente natural también se cierra arriba; y esto no tiene más remedio que el de huir de los males por ser pecados y buscar al Señor; únicamente por este medio puede abrirse la mente espiritual, y a su vez reducirse la mente natural a una forma correspondiente.

  
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Traducido por el Dr. Calleja al español de la traducción al inglés por el Rev. John Whitehead. Transcrito y revisado por David Simpson, y también revisado por Daniel Calvo, y por los reverendos Andrew Heilman y Johnny Villanueva.