607. 9. Un hombre regenerado se halla en comunión con los ángeles del cielo, y un hombre sin regenerar se halla en comunión con los espíritus del infierno
Todo hombre se halla en comunión, es decir, consociación, bien con los ángeles del cielo, o bien con los espíritus del infierno; porque en cuanto a su interior nace espíritu, a fin de que pueda llegar a ser hombre espiritual y después de la muerte ser hecho un ángel del cielo, lo cual no sería posible si no naciera también para tener cierta conjunción con los seres espirituales. En cuanto a su mente vive simultáneamente en los dos mundos; pero ni el hombre ni los ángeles o espíritus tienen conocimiento de esta conjunción, por la razón de que el hombre durante su permanencia en el mundo se halla: en un estado natural, mientras que los ángeles y los espíritus se hallan en un estado, espiritual, y por la diferencia que existe entre lo natural y lo espiritual no son visibles ni perceptibles los ángeles y los espíritus al hombre ni éste a ellos, por lo cual es evidente que no tienen conjunción por medio del pensamiento, sino por medio de la inclinación, la cual por hallarse en el calor de la voluntad y no en la luz del entendimiento, no puede ser objeto de la reflexión. La conjunción entre el hombre y los ángeles es tan íntima y estrecha, que si fuera interrumpida, resultando por ello separación, caería el hombre instantáneamente en un desmayo, y si no fuera restablecida, moriría. Dije antes, que el hombre por medio de la regeneración se vuelve espiritual; más esto no quiere decir espiritual como un ángel en sí mismo, sino espiritual/natural, es decir, que en su natural hay interiormente un espiritual, como el pensamiento en el habla y como la voluntad en el acto. De igual manera el espíritu de todo hombre, bueno o malo, está presente en todas las cosas, que tienen lugar en su cuerpo, porque el espíritu es quien impulsa el cuerpo a obrar cuanto obra. El cuerpo natural es en sí mismo una cosa pasiva, una fuerza muerta, mientras que el espíritu es lo activo, o sea la fuerza viva, y lo pasivo, o muerto, no puede obrar por sí sólo, debiendo necesariamente ser actuado por la fuerza viva. Puesto que el hombre, mientras permanece en el mundo natural, vive en constante comunión con los habitantes del mundo espiritual, al dejar el mundo natural, es introducido inmediatamente entre espíritus que se parecen a aquellos con quienes había tenido consolidación en el mundo; por cuya razón se cree vivir todavía en el mundo; porque entra entonces en trato con los que tienen inclinaciones parecidas a las suyas, y a éstos reconoce como amigos y parientes, de la misma manera que en el mundo reconocía a los suyos. Esto es lo que en el Verbo se significa por « ser unido a su pueblo » (Génesis 25:18) y recogido a sus pueblos » (Génesis 35:29) que se dice allí de los que murieron. Consta por esto que un hombre regenerado se halla en comunión' con los ángeles del cielo, y el hombre sin regenerar con los espíritus del infierno. La comunión del hombre regenerado con los ángeles del cielo es con los del primero, del segundo o del tercero, según se halla regenerado al primero, al segundo o al tercer grado de su mente, porque como ya se ha dicho, hay tres cielos, a saber: el celestial, que es el superior; el espiritual, que es el intermedio; y el natural, que es el primero; y de acuerdo con esto la mente humana se distingue igualmente en tres regiones correspondientes. Los tres cielos pueden compararse con el cuerpo humano, correspondiendo el tercero a la cabeza, el segundo al cuerpo y el primero a los pies; porque el Cielo en su conjunto presenta ante la vista del Señor el aspecto de un solo Hombre. He visto una sociedad celestial, consistiendo de muchos miles de ángeles, desde una distancia presentar la forma humana, y el Cielo es el mismo en grande y en pequeño, siendo así que cada sociedad celestial es cielo en menor forma, según la imagen del mayor, como asimismo cada ángel lo es en mínima forma. Por esta razón se dice que la Iglesia es el Cuerpo de Cristo, y que Cristo es la Vida de este Cuerpo, porque la Iglesia del Señor en la tierra forma uno con el Cielo. Por esto es además evidente que el Señor, siendo la Vida de este Cuerpo, es Todo en todos en el Cielo, y que igualmente es la iglesia en los que reconocen a El Solo por Dios del Cielo y de la tierra y creen en El (Mateo 28:18; Juan 3:15-16, 36; 6:40; 11:25-26).