3. I. Hay dos mundos: el mundo espiritual, donde están los espíritus y los ángeles, y el mundo natural, donde están los hombres
Que existe un mundo espiritual en el que están los espíritus y los ángeles, distinto del mundo natural en el que están los hombres, es un hecho hasta ahora totalmente oculto al mundo, incluso al cristiano. La razón es que ningún ángel bajó y lo enseñó personalmente, ni ningún hombre subió a verlo. Para que el hombre, por la ignorancia de ese mundo, y por lo tanto por la incertidumbre de la fe sobre el cielo y el infierno, no sea tan necio como para convertirse en un ateo naturalista, se complació el Señor en abrir la visión de mi espíritu, para elevarlo al cielo y también para bajarlo al infierno, y para exhibir al vivo lo que es lo uno y lo otro.
[2] De ahí me resultó evidente que hay dos mundos, y que son distintos entre sí: uno, en el que todas las cosas son espirituales, y de ahí que se llame mundo espiritual, y el otro, en el que todas las cosas son naturales, y de ahí que se llame mundo natural; y que los espíritus y los ángeles viven en su mundo y los hombres en el suyo; luego que todo hombre es, por la muerte, trasladado de su mundo al otro, y en él vive en la eternidad. El conocimiento concerniente a ambos mundos debe ser dado primero para que el influjo pueda ser develado desde su comienzo, sobre el cual se trata aquí. Pues el mundo espiritual influye en el mundo natural y actúa en éste en cada una de sus cosas, tanto en los hombres como en las bestias, y también produce lo vegetativo en los árboles y en las hierbas.