617. El hombre que cree que la regeneración se verifica sin libre voluntad en cosas espirituales, por consiguiente sin cooperación, se vuelve frío como una piedra con respecto a toda verdad de la Iglesia; o si es ardiente, es como un tizón que se consume en el fuego; se convierte en llamas por la materia combustible que hay en él, porque su ardor es de malas pasiones. Es como uno que vive en un palacio, que se hunde poco a poco en una tierra fangosa, hasta que sólo el techo sobresale, y encima de éste se resguarda bajo una tienda de lona; finalmente se hunde también ésta y entonces se ahoga en el fango. Si es clérigo es como una nave cargada de mercancías preciosas sacadas del Verbo, las cuales durante la travesía son consumidas por ratones, comidas por polillas o echadas al mar por los marineros, quedando así los mercaderes defraudados de su mercancía.