El Cielo y el Infierno #282

Av Emanuel Swedenborg

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282. Puesto que la inocencia es el ser mismo del bien en los ángeles del cielo, es evidente que el Divino bien, que procede del Señor, es la inocencia misma; porque este bien es el que influye en los ángeles, y afecta sus íntimas cosas, disponiéndolas y acondicionándolas para la recepción de todo bien del cielo: lo mismo acontece en los niños, cuyo interior por medio del influjo de la inocencia del Señor no tan sólo se forma, sino que también se dispone y se adapta continuamente a la recepción del bien del amor celestial, siendo así que el bien de la inocencia obra desde lo más interior, porque, como se ha dicho, esta es el ser de todo bien. Puede por esto constar que toda inocencia es del Señor. De ahí viene que el Señor en el Verbo se llama "cordero, " porque cordero significa inocencia. Puesto que la inocencia es lo íntimo en todo bien del cielo, afecta también a las mentes tanto que quien la siente, lo cual hace cuando se acerca un ángel del íntimo cielo, parécele no estar ya en su juicio, siendo por ello afectado y, por así decir, trasportado por un gozo, tal, que todo el gozo del mundo en comparación parece ser nada. Digo esto por haberlo experimentado en mí.

  
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