El Cielo y el Infierno # 212

Ni Emanuel Swedenborg

Pag-aralan ang Sipi na ito

  
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212. La forma especial del cielo y su manera de obrar y fluir es incomprensible hasta a los ángeles. Algo de ella puede comprenderse por la forma de lo que existe en el cuerpo humano, cuando es investigado y detenidamente examinado por un hombre entendido y sabio, porque arriba en su artículo ha sido manifestado que el cielo en su totalidad representa a un solo hombre (véase n. 59, 72); y que todas las cosas que hay en el hombre corresponden a los cielos (n. 87, 102). Cuan incomprensible é inexplicable es aquella forma, consta también por las fibras nerviosas, de los cuales se componen los órganos todos y cada uno en particular. El aspecto de estas fibras, cómo se hallan entretejidos en el cerebro y cómo obran en él ni puede verse por el ojo, porque innumerables fibras se hallan allí combinados de tal manera que, vistas en conjunto, parecen una masa blanda, continua; sin embargo, todo cuanto pertenece a la voluntad y al entendimiento, hasta su más mínimo detalle, influye por conducto de ellas distintamente en estos. De qué manera estas fibras vuelven a juntarse en el cuerpo se ve por diversos plexos, como el del corazón, el del mesenterio y otros, y asimismo por los nudos que se llaman ganglios, en los cuales entran fibras de varias regiones, entremezclándose allí, y, combinadas de nueva manera, salen para sus funciones, repitiéndose esto varias veces. Además hay varias otras cosas parecidas en cada víscera, miembro, órgano y músculo. Él que con ojo sabio examina estas fibras y varias otras cosas maravillosas allí, quedará atónito, y, sin embargo, son tan pocas las cosas que ve con los ojos; las que no ve son aún más maravillosas, porque se hallan en la íntima naturaleza. Esta es precisamente la forma que corresponde a todas las cosas del cielo, lo cual se ve manifiestamente por la operación de todas las cosas de la voluntad y del entendimiento dentro de la misma y con arreglo a la misma; porque todo cuanto el hombre quiere lo expresa por conducto de ella espontáneamente en acto, y todo cuanto piensa recorre las fibras desde sus principios hasta cerca de sus terminaciones, donde se hallan los sentidos exteriores; y, puesto que es la forma del pensamiento y de la voluntad, es también la forma de la inteligencia y de la sabiduría. Esta forma es la que corresponde a la forma del cielo y por ella puede saberse cual es la forma según la cual se extienden las inclinaciones y pensamientos de los ángeles, y que estos se hallan en inteligencia y sabiduría tanto como se hallan en esta forma. Que la forma del cielo viene de la Divina Humanidad del Señor se puede ver arriba (n. 78-86). Estas cosas quedan referidas con el fin de que se sepa también que la forma celestial es tal que jamás puede ser agotada, ni siquiera en cuanto a sus principios, siendo así incomprensible también a los ángeles, como hemos dicho antes.

  
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