Arcanos Celestiales#933

原作者: 伊曼纽尔斯威登堡

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933. Que "frío y calor" significa el estado del hombre que es regenerado, que es tal que recibe fe y caridad, [y] que "frío" significa ninguna fe ni caridad, sino "calor", caridad, se ve por la significación de "frío y calor" en la Palabra, donde estos términos se atribuyen a lo que ha de ser regenerado, o a los regenerados, o a la iglesia. Y se ve también por la conexión, a saber, de los que preceden y los que siguen, pues se trata de la iglesia; en el versículo precedente, de que el hombre ya no podría destruirse así a sí mismo; en este versículo, de que siempre habrá alguna iglesia, que al principio se describe como es cuando se forma, o cuando el hombre es regenerado para que se convierta en iglesia, y después, de los regenerados, cual él es. Se trata, pues, de todo el estado del hombre de la iglesia.

[2] Que tal es su estado cuando es regenerado, a saber, "frío y calor", o ninguna fe y caridad, y luego fe y caridad, no puede ser visto sino por experiencia, y en verdad, por reflexión unida a la experiencia. Y puesto que son pocos los regenerados, y, entre los regenerados, son pocos los que reflexionan, o a quienes les es dado reflexionar sobre el estado de su regeneración, es permitido decirlo en pocas palabras. Cuando un hombre es regenerado, recibe vida del Señor, porque antes apenas podía decirse que vive. La vida del mundo y del cuerpo no es vida, sino que sólo la vida celestial y espiritual es vida. Por la regeneración el hombre recibe del Señor la vida misma, y como antes no tenía vida alguna, alterna entre la no vida y la vida misma, es decir, ninguna fe y caridad y alguna fe y caridad. La falta de fe y de caridad se significa aquí por "frío"; la existencia de fe y de caridad, por "calor".

[3] Esto ocurre así: siempre que el hombre está en sus cosas corpóreas y mundanas, no hay fe y caridad, es decir, hay "frío", porque entonces operan las cosas corpóreas y mundanas, por tanto, las que son de su proprium. Mientras el hombre está en ellas, está ausente o alejado de la fe y de la caridad, de modo que ni siquiera piensa en las cosas celestiales y espirituales. La razón de esto es que las cosas celestiales y las corporales nunca pueden estar al mismo tiempo en el hombre, porque la voluntad del hombre ha sido completamente destruida. Sin embargo, cuando las cosas corpóreas del hombre y sus cosas voluntarias no operan, sino que descansan, entonces el Señor obra en el hombre por medio de sus cosas internas, y entonces está en fe y caridad, lo que se llama "calor". Cuando vuelve de nuevo al cuerpo, está en frialdad, y cuando el cuerpo o lo que es del cuerpo descansa y se anula, por así decirlo, está en calor, y así alternativamente, pues la condición del hombre es tal que en él las cosas celestiales y espirituales no pueden estar simultáneamente con sus cosas corpóreas y mundanas, sino que se alternan. Estas son las cosas que suceden en todo aquel que está siendo regenerado, y esto ocurre mientras está en estado de regeneración, pues de otro modo el hombre no puede ser regenerado, es decir, de muerto pasar a ser vivo, porque, como se ha dicho, su voluntad ha sido completamente destruida; por tanto, ha sido completamente separada de la nueva voluntad que recibe del Señor, la cual pertenece al Señor y no al hombre. Por esto podemos ver lo que se quiere decir aquí con "frío y calor".

[4] Que es así, todo regenerado puede saberlo por experiencia, es decir, cuando está en las cosas corporales y mundanas, entonces está ausente y distante de los internos, de modo que no sólo no piensa nada en ellas, sino que, además, siente dentro de sí una especie de frialdad. En cambio, cuando las cosas corpóreas y mundanas descansan, entonces está en la fe y en la caridad. También puede saber por experiencia que estos estados se alternan. Por lo tanto, todavía, cuando las cosas corpóreas y mundanas comienzan a abundar y quieren dominar, entra en angustias y tentaciones hasta que se reduce a tal estado que el hombre externo rinde obediencia al interno, obediencia que el externo nunca puede rendir a menos que esté en reposo y sea como si no fuera nada. Los últimos vástagos de la Iglesia Antigua La última descendencia de la Iglesia Antiquísima no podían ser regenerados porque, como se ha dicho, las cosas intelectuales y las voluntarias constituían en ellos una sola mente. Por lo tanto, las cosas intelectuales no podían separarse de sus cosas voluntarias, y así estar alternativamente unas veces en lo celestial y espiritual, y otras en lo corpóreo y mundano, sino que había en ellos una frialdad continua en las cosas celestiales y un calor continuo en las voluntarias, de modo que en ellos no podía haber alternancia alguna.

  
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