267. (ii.) El hombre malo abusa de sus facultades para confirmarse en el mal y en la falsedad; y el hombre bueno las usa para confirmarse en el bien en la verdad.
La facultad intelectual llamada racionalidad, y la facultad de la voluntad llamada libertad, dan al hombre el poder de confirmarse en lo que él quiera; porque el hombre natural puede elevar su entendimiento a la más elevada luz superior, en tanto que lo desee; pero el que está en el mal y en la falsedad no se eleva sobre la región superior de su mente natural o raramente sobre la región de su mente espiritual. Esto es porque está en la delicia del amor de su mente natural, y si se eleva sobre ella su deleite desaparece. Si se eleva más alto aun, y ve las verdades opuestas a las delicias de su vida o a los principios de su propia inteligencia, entonces las falsifica o pasa sobre ellas, dejándolas con desprecio; o las retiene en la memoria como medio para ayudar el amor de su vida o el orgullo de su propia inteligencia. Que el hombre natural puede confirmarse en lo que quiera, es evidente por las numerosas herejías del mundo cristiano, cada una de las cuales está confirmada por sus propios sectarios. ¿Quién no ve que toda especie de maldades y falsedades de todo género puede ser confirmado? Puede confirmarse, y los hombres malos lo sostienen en su mente, que no hay Dios; que la naturaleza es la única existente y creada por sí misma; que la religión es solamente un medio para tener esclavizados a los de mente débil; que la prudencia humana controla todas las cosas, y la Divina Providencia nada, sino que solamente conserva el Universo en el orden en que fue creado; que el asesinato, el adulterio, el robo , el fraude, y la venganza son buenos, según Maquiavelo y sus sectarios. Todo esto y más puede confirmarlo el hombre natural, y aun llenar libros con argumentos en su favor; y cuando lo ha hecho, esas falsedades parecen brillar con luz engañosa, y las verdades estar tan sombrías, que se hacen invisibles o como espectros de la noche. En una palabra, asienta las más falsas aseveraciones, presentándolas en forma de proposiciones y pide que una persona ingeniosa las pruebe. Él lo hará así hasta extinguir completamente la luz de la verdad. Pero háganse a un lado sus pruebas, retuérzase y examínese la proposición con la propia racionalidad, y se verá su falsedad y toda su deformidad. Evidentemente, por lo mismo, el hombre puede abusar de estas dos facultades implantadas en él por el Señor, para confirmar el mal y la falsedad de todo género. Esto no puede hacerlo ningún animal, porque no goza de estas facultades, y por lo tanto un animal nace en un orden perfecto de su vida y en todo el conocimiento de su amor natural, como no acontece con el hombre.