La Palabra está llena de oraciones que podemos leer y utilizar para ayudarnos a expresar nuestros estados de ánimo. Tienen un poder especial para abrir nuestra mente al influjo del cielo y para darnos fuerza contra los males y las falsedades.
"La Palabra en su sentido literal, o el natural, está en su plenitud, y también en su poder; y por medio de ella el hombre está en conjunción con los cielos" (La palabra 5)
Este poder se hace efectivo cuando la Palabra es leída o recitada con reverencia por las personas en la tierra (La Divina Providencia 256, Apocalipsis Explicado 1066[4]).
A través de las oraciones de la Palabra, el Señor puede literalmente "dar a sus ángeles el mando sobre ti, para que te guarden en todos tus caminos" (Salmos 91:11).
He aquí algunos ejemplos de la Palabra, de oraciones por la fuerza personal:
"Dirige mis pasos por tu palabra,
y no dejes que la iniquidad se enseñoree de mí,
Redímeme de la opresión del hombre
Para que guarde Tus preceptos.
Haz brillar Tu rostro sobre Tu siervo
y enséñame tus estatutos". (Salmos 119:133-135)
"Señor, ayúdame a dejar de preocuparme ansiosamente por el mañana, y dame fuerzas para afrontar los problemas de este día". (Adaptado de Mateo 6:3-4)
"Soy un niño pequeño, oh Señor, no sé salir ni entrar.... Por eso, dale a tu siervo un corazón comprensivo para juzgar a tu pueblo, para que pueda discernir entre el bien y el mal." (1 Reyes 3:7, 9)
Por supuesto, hay muchos más. Aquí tienes algunas referencias más que puedes consultar:
Oraciones para los estados con problemas: Salmos 4:1, Salmos 7:1, Salmos 42:1, Salmos 86:6-7.
Oraciones por la misericordia y el perdón: 2 Samuel 24:10, Salmos 25:7, 11, Salmos 130:1-5, Lucas 18:13.
Oraciones de compromiso personal: Marcos 12:30, Salmos 37:5.
Oraciones de consuelo: Salmos 90:1-2.
En muchos casos, estas oraciones tienen un gran poder y belleza espiritual, no sólo por su lenguaje natural, sino también porque, al leerlas, abrimos nuestra mente al influjo del Señor. Dice,
"He aquí que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré en él, cenaré con él y él conmigo". (Apocalipsis 3:20)
Cuando rezamos, estamos escuchando su voz y abriendo la puerta.
"Aunque camine por el valle de la sombra de la muerte, no temeré ningún mal; Porque tú, Señor, estás conmigo; Tu vara y tu bastón, me confortan". (Salmos 23:4)
(Izinkomba: The Word 15)