935. "Y el verano y el invierno". Que estos significan el estado del hombre regenerado en cuanto a sus nuevas cosas de la voluntad, cuyas alternancias suceden como el verano y el invierno, puede verse de lo que se ha dicho acerca del frío y el calor. Las alternancias de los que han de ser regenerados se asemejan al frío y al calor, pero las alternancias de los regenerados se asemejan al verano y al invierno. Que allí se trata de lo que ha de ser regenerado, pero aquí de lo regenerado, se ve por el hecho de que en el primer lugar se dice "frío" y en el segundo "calor"; pero aquí, en primer lugar se dice "verano" y en el segundo "invierno". La razón de esto es que el hombre regenerado parte del frío, es decir, de la falta de fe y caridad, pero cuando ha sido regenerado, entonces parte de la caridad.
2] Que el regenerado tiene alternancias, es decir, que en él a veces no hay caridad y a veces algo de caridad, se ve claramente por el hecho de que en cada uno, incluso en el regenerado, no hay más que mal, y todo bien viene sólo del Señor. Como en él no hay más que mal, no puede menos de sufrir las alternancias, y por tanto estar unas veces en "verano", es decir, en la caridad, y otras en "invierno", es decir, en ninguna caridad. Estas alternancias tienen por objeto que el hombre se perfeccione cada vez más y sea así cada vez más feliz. Estas alternancias no sólo se dan en el hombre regenerado mientras vive en el cuerpo, sino también cuando llega a la vida eterna, pues sin alternancias como las del verano y el invierno en cuanto a las cosas voluntarias y como las del día y la noche en cuanto a las intelectuales nunca se perfeccionaría ni sería más feliz. Pero sus alternancias en la otra vida son como las alternancias del verano y del invierno en las zonas templadas y como las alternancias del día y de la noche en las estaciones de primavera.
[3] Estos estados también se describen en los Profetas como verano e invierno, día y noche, como en Zacarías:
"Y acontecerá en aquel día que saldrán de Jerusalén aguas vivas, parte de ellas del mar oriental, y parte de ellas del mar occidental; en verano y en invierno acontecerá" (Zacarías 14:8), donde se trata de la Nueva Jerusalén, o del reino del Señor en el cielo y en la tierra, o del estado de una y otra parte, que también se llama verano e invierno.
En David:
"Dios, Tuyo es el día, Tuya también es la noche; Tú has preparado la luz del sol; Tú has establecido todos los límites de la tierra; verano e invierno Tú has formado" (Salmos 74:16-17),
Que implican cosas similares.
En Jeremías:
"Que no anule el pacto del día y el pacto de la noche, para que haya día y noche en su tiempo" (Jeremías 33:20).