412. Una ilustración de estas exposiciones puede verse y confirmarse también en la correspondencia del corazón con el amor y de los pulmones con el entendimiento, de lo cual se ha tratado antes; porque como el corazón corresponde al amor, sus determinaciones, que son arterias y venas, corresponden a las afecciones, y en los pulmones a las afecciones por la verdad; y como hay en los pulmones también otros vasos que son llamados tubos aeríferos, por medio de las cuales se ejecuta la respiración, estos vasos corresponden, por lo mismo, a las percepciones. Debe entenderse bien que las arterias y las venas en los pulmones no son afecciones, y que las respiraciones no son percepciones ni pensamientos, sino que son correspondencias de ellos, porque obran correspondientemente; lo mismo que el corazón y los pulmones no son el amor ni y el entendimiento, sino correspondencias de ellos; y por cuanto que son correspondencias, unos pueden verse en los otros. El que conozca el mecanismo completo de los pulmones por la anatomía puede ver claramente, comparándolos con el entendimiento, que este no hace nada por sí mismo, ni percibe ni piensa, sino que actúa exclusivamente por las afecciones que pertenecen al amor, que en el entendimiento son llamados afecciones de saber, afección de comprender, y afección de comprender lo se sabe y se comprende de lo cual ya fue tratado. Porque todos los estados de los pulmones dependen de la sangre del corazón, la vena cava y la aorta, y la respiración, que tiene lugar en las armas bronquiales, procede según el estado de estos vasos; porque cuando cesa el flujo de la sangre, cesa la respiración. Del mecanismo de los pulmones, comparado con el entendimiento al cual corresponde, puede descubrirse mucho más; pero como pocos conocen la ciencia de la anatomía, y como para demostrar o probar algo por lo que es desconocido lo hace oscuro, no puede agregarse más sobre este asunto. El conocimiento que tengo de la estructura de los pulmones, me he convencido plenamente de que el amor, por sus afecciones, se conjunta al entendimiento, y que el entendimiento no se conjunta a ninguna afección del amor; pero está recíprocamente unido por el amor con el fin de que el amor pueda existir en su vida sensitiva y activa. Pero de todos modos debe entenderse que el hombre posee dos respiraciones; una del espíritu y otra del cuerpo; y que la respiración del espíritu depende de las fibras que vienen del cerebro, y la del cuerpo de los vasos sanguíneos que parten del corazón, de la vena cava y de la aorta. Más todavía, es evidente que el pensamiento produce respiración; y también es evidente que la afección que es derivada del amor, produce pensamiento; porque el pensamiento sin afección, es precisamente como la respiración sin el corazón, cosa imposible. Por esto es claro que la afección que pertenece al amor, se conjunta al pensamiento, que pertenece al entendimiento, como ya se dijo; semejantemente como el corazón obra sobre los pulmones.